Tragedias humanas aparte, lo ocurrido hoy en Colonia me pone los pelos de punta. Ya lloré cuando se quemó la Fenice, y eso que las pomposeces me la ventilan y la ópera no es una de mis aficiones. La pérdida de la memoria en accidentes absurdos, la volatilización del patrimonio, me provoca un escalofrío indescifrable: una mezcla de tristeza e impotencia.
Un minuto de silencio por los gramos de historia que repetiremos por no poder recordarla.
Un minuto de silencio por los gramos de historia que repetiremos por no poder recordarla.
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