28 de noviembre de 2008

Ejercicios de imaginación

Vamos todos a trasladarnos a los siglos oscuros y a imaginarnos que tratamos de ganarnos la vida honradamente pintando iglesias. Como lo de viajar no es una cosa para todos los bolsillos, la mayoría de las imágenes que manejamos las hemos visto en miniaturas o en algún que otro iglesio grande.

El señor ideante del programa iconográfico (recordemos que nosotros semos unos mandaos, y pintamos lo que nos dicen) ha tenido la brillante ocurrencia de que le apetece poner un elefante. "¿lo qué?", preguntamos. Nos cuenta que es un bicho que los cartagineses usaron contra los romanos, unas bestias grandiosas. Nosotros, que bastante hicimos disfrazando un gato para poder imaginarnos un león la primera vez que nos tocó pintar un tetramorfos y dedicarnos a San Marcos, temblamos un poco.

¿Cómo coño es un elefante?

Por lo que nos cuentan, es un bicho grande. Le sale una cosa de la nariz, como una serpiente. Tiene cuatro patas y dos orejas, y es tan fuerte que puede llevar casas a sus lomos. Nosotros suspiramos. Bueno, venga, va. El cliente siempre tiene la razón.



Al final nos queda una cosa así, a la descripción ceñida. Eh, para estar en los albores del románico y las postrimerías de los "pre" bajo los coletazos del mozárabe, tampoco está tan mal. Pero eso sí: se nota a la legua que no hemos visto un elefante en toda nuestra puta vida.

Más allá de la coña fácil, todos los que me dicen que las pinturas románicas están "mal hechas" deberían echar un ojito a los escritos de Grabar Los orígenes de la estética medieval; hay una publicación azul y finita en Siruela. Te explica por qué del arte romano se pasa tanto en Occidente como en Bizancio al arte codificado y los "monigotes". Tienen su razón de ser, y no es porque de repente con las invasiones todo el mundo se vuelva muñón y se pierda la técnica. Siempre pongo el ejemplo de Picasso: dibujaba de puta madre pero prefería hacer rayujos conformando señoritas aviñonenses y pintar potorros enmedio de pavas despatarradas. El Guernika daría menos yuyu si no estuviera la peña con las porporciones alteradas y demás. (Aprovecho para apuntar que a los cubistas se les ponía dura con estos dibujitos míos medievales).

Seguiré reinvindicando, otro día.

(El elefante es de San Baudelio de Berlanga, y todavía puede verse en el museo del Prado. Se data a partir del siglo X y podéis entreteneros buscando polémicas sobre la fecha más aproximada)

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