27 de junio de 2009

Dame cuatro teselas y emularé el mundo



Una muestra de lo que un buen musivara puede hacer. Sí, es mosaico. Hecho con piedrecitas. La maravilla del vermiculatum. Lo sacaron de Villa Adriana, en Tívoli. Villa Adriana es un proyecto megalómano de Adriano, al cual hay que llegar cogiendo un bus cutrísimo desde Roma que debieron de comprar a Polonia tras la caída del muro, bajarte en una parada en mitad de un pueblo y andar tres kilómetros (muy probablemente bajo un sol abrasador) hasta que aparece, tachán, la casetilla donde se compran las entradas y te dan un plano.


Al cruzar los tornos, como en el metro, no ves más que arbustos y un caminito. Al seguirlo, algún piedro ocasional va apareciendo, pero no te imaginas ni de lejos lo que te vas a encontrar después.


Vale que las esculturas las hayan vuelto a poner ayer, pero los edificios de cemento romano siguen ahí tan panchos desde hace casi mil años.


Volviendo a mi mosaico palomil, es copia de un original de Sosos de Pérgamo (siglo II d.C). Es alucinante cómo, incluso cuando te acercas, es difícil apreciar las teselas, y sigues especulando sobre si serán pinceladas, o si te la están dando con queso. Son evidentes los conocimientos de óptica, y el dominio absoluto de la luz para ser cachitos de piedra: Atención a los reflejos en el agua con sus rayas MARRONES correspondientes a la imagen distorsionada del palomo pardo por las ondas que provoca la palomica que está bebiendo.

Para comprobarlo en persona, podéis ir a los Museos Capitolinos, en Roma, y aprovechar para flipar con la urbanización de la plaza que hace Michelangelo y con la estatua ecuestre de Marco Aurelio, el cabezón de Constantino y los restos ciclópeos del templo de Júpiter Capitolino.

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