7 de septiembre de 2011

Educación

Castilla-La Mancha. Instituto de Secundaria y Bachillerato. Siete de septiembre.

Una llamada del teléfono de la Delegación de Educación informa que sólo pueden quedar 47 profesores en el instituto, a criterio del equipo directivo. Echando cuentas, sobran cuatro profesores y medio (porque el año pasado ya hubo que prescindir de uno y medio). Es una ventaja tener medio cadáver en el armario, así este año no hay que descuartizar a nadie.

Humor chungo aparte, esto de "deja en la calle a la gente y trágate tú el drama humano mientras yo sigo tratando a las personas como números" empieza a tocar excesivamente las narices. Estos días, en el maremágnum de despropósitos para recortar gastos que estamos viviendo, las gotitas relacionadas con la educación han colmado el vaso, el barreño y un par de pantanos.

Mis conocimientos de economía son bastante limitados, pero me resisto a creer que tal disciplina se sustente en parámetros tan alejados del sentido común como me están haciendo ver. No creo que socavar las bases quitándoles nutrientes y recursos sea el mejor modo de sacarla adelante; más bien me parece que la gente que está tomando las medidas no tiene ni puta idea de qué está haciendo.

Da la sensación de que la gente que toma las decisiones está viviendo en un mundo paralelo, no ha dado jamás clase ni visto un aula conflictiva en su puñetera vida. Como si tomasen medidas de oídas, decidiendo arbitrariamente qué instrumental quitar de los quirófanos sin saber de cirujía, total con un par de cuchillos seguro que se apañan, tanto taladro y tanta leche es un despilfarro. Programan las historias en base a vacas esféricas en el vacío, y así no hay forma.


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