11 de septiembre de 2008

Sobre la crueldad innecesaria


Todos sabemos cómo ser crueles. Es terriblemente fácil decirle a cualquier conocida "oye, estás más gorda" o cualquier cosa que sepamos que puede herirle; pegarle pellizcos de monja a un crío en la silla sin que su madre te vea hasta hacerle llorar, vacilar a un disminuido, dar por culo (metafóricamente) a las viejecitas que no pueden con su alma...

La inclinación hacia la crueldad suele manifestarse en gente que necesita sentirse superior y, como en el fondo es una insegura que no confía en su valor intrínseco, se vale de otras artimañas sutiles para mantener el control a su alrededor: el machaque psicológico, mezquindades varias, mentiras innecesarias y un sinfín de argucias malvadas sin otro propósito, ojo al dato, que el de hacer daño.

Los hemos visto. Niños que arrancaban las alas a las moscas. Psicópatas en miniatura con una capacidad nata de descubrir al más débil y elegirlo como víctima a la que aterrorizar de manera que el mismo miedo les impida defenderse, cuyos allegados no suelen sospechar qué clase de monstruo habita en ellos. Maltratadores adultos, hijos de puta consumados que parecen perfectamente normales. Rousseau estaba equivocado: la maldad no viene de la educación, sino que es parte del propio carácter, y está en la mano de cada uno saber hasta dónde es lícito llegar.

Lo peor es la crueldad por la crueldad, el inflingir tortura solamente porque se puede hacerlo. La reflexión de hoy ha venido por el reencuentro con un documento cuyo visionado no recomiendo a la gente sensible. Asépticamente explicado, se trata de una china matando un gato pequeño con un zapato de tacón hasta reventarle la cabeza. Me ha recordado a un compañero que tuve que tenía tendencia a dar patadas a los gatos. Eso debía de haberme dado una pista sobre lo que me iba a hacer a mí después.

1 comentario:

  1. Me he sentido muy identificado contigo y tu descripción de aquellos que son crueles sólo por serlo. Creo que lo políticamente correcto nos impide ver con claridad meridiana una de las divisiones básicas de la humanidad: Los que son unos hijos de puta, y los que no lo son. Ahora toca saber donde estamos cada uno de nosotros. No dejes que el "Lado Oscuro" te venza; te lo digo a la vez que me lo aplico...ando en la batalla.
    Pero nada ni nadie puede dudar de que esta china es una hija de la gran puta. La pregunta es ¿harías tú lo mismo con su cerebro?. Un abrazo de oso cariñoso y ánimo, podemos...

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